10 / 10 / 2025
Ángela Boitano – La Tercera
Una visión similar sostiene la académica de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales, Ángela Boitano, quien considera que este fenómeno entre adultos “da cuenta de un cambio en la idea de legitimidad y filiación”. “Hasta hace poco, un niño era considerado legítimo solo si su padre lo reconocía. El apellido materno no tenía poder simbólico. Que hoy se pueda poner primero, es parte de los cambios que han debilitado ese orden patriarcal”, señala.
Boitano interpreta el cambio como un acto de verdad y justicia. “Verdad, porque revela una forma de familia en la que la madre ha estado presente en todos los aspectos, aunque sin reconocimiento legal. Y justicia, porque muchos hijos e hijas adultos buscan reconocer el esfuerzo de quien los crió o relegar a quien estuvo ausente”, sostiene. “Cambiar el orden de los apellidos supone restablecer un orden afectivo y simbólico: llevar la marca de quien estuvo y lo merece”.